Lorenzo García Vega no supo escribir poemas, pero es uno de los mejores poetas de nuestra lengua. Autor de más de una veintena de obras que se sitúan en algún lugar entre la novela, el diario (onírico o no), la autobiografía y el disparate en prosa, nunca admitió un texto que no se riera de su propia posibilidad, a veces a carcajada limpia, porque García Vega es uno de los pocos poetas cómicos que han existido. (…)
Espero que publicar este libro sea una pequeña restitución, un grano de arena para colocar a aquel viejecito en el lugar que le corresponde, y que no puede ser mi memoria ni la de los pocos que siguen siendo sus fans. Autor de culto, dicen, pero eso es una perdición.
Es necesario aún que la noticia siga, como él querría, «en círculos creciendo». Aquí tienes, lector, a uno de los grandes.
Juan Andrés García Román
Extracto del prólogo
Lorenzo García Vega nació en Jagüey Grande (Matanzas, Cuba) un 12 de noviembre de 1926. Fue representante del Grupo Orígenes, fundado por José Lezama Lima, si bien la originalidad irónica de su poética lo hace entrar en conflicto con los credos del grupo.
Su obra incluye libros de poesía, cuentos, ensayos, dos novelas y textos de naturaleza autobiográfica y diarística: Los años de Orígenes (1978), El oficio de perder (2004), El cristal que se desdobla (2017), etc. Cultivó, de hecho, casi todos los géneros literarios, pero siempre para enfocarlos a su particular escritura, caracterizada por el rupturismo, la humorada cáustica y una obsesión por la recurrencia circular y «autista» de la memoria.
De su amplísima producción vale la pena destacar títulos como Palíndromo en otra cerradura (1999), Vilis (1998), No mueras sin laberinto (antología publicada en Bajo la luna, Rosario, Argentina, 2005) o la novela surrealista Devastación del Hotel San Luis (2007).
Tras salir de Cuba a mediados de los años 60, vivió en Madrid, Nueva York, Caracas y Miami, su «Playa Albina», donde residió buena parte de su vida y en cuyas arenas descansa desde el 2012.