Hay extractos que se acuñaron cuando el tiempo tejía y destruía más despacio, como una cuidadosa araña tutelar. La araña mira al ciervo. Enterradas, desgastadas o perdidas, se despiertan otros sentidos con la cesación del trueque, en el remanso de saberse fuera de circulación. De vez en cuando encuentran cauce. Saliendo de la misma acequia que ablandó sus escudos y guarismos durante siglos, dejan que su valor (incalculable ya, desconectado) se derrame sobre la siembra. Limpias una patata terrosa, algo deforme, y la encuentras, le haces sitio en tu casa, que se perfuma poco a poco con un aroma antiguo, casi impronunciable, Sucede así también con las palabras, con la poesía toda de Teresa Soto; las fragancias delicadísimas que salen de sus libros parecieran emerger desde el escanciamiento de sucesivos sentires, roturando un surco muy preciso del transcurrir de la experiencia, que se detiene y reinicia con cada lectura.

Esther Ramón (extracto del epílogo).

Raso es una completa antología personal de la poesía de Teresa Soto. El libro cuenta con un epílogo de Esther Ramón.